domingo, 1 de agosto de 2010

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La arena mojada se escurría entre sus desnudos pies mientras caminaba sorteando las olas. Atrás dejaba una estela de huellas que se extendía más de tres kilómetros bordeando la playa. El color perla del cielo se diluía con el plateado del agua del mar en el horizonte, por lo que se podía adivinar que estaba a punto de llover.